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Un ratito en 1979

De niña viví una ensoñación. De hecho, varias. Esta, como las otras, la he contado muchas veces. A mis hijas les encanta.

Corrían los años 70. Estaba enredando en torno a mi madre que en esos momentos planchaba:

—Macarena, te vas a acabar quemando.

Y así fue. Las madres vemos venir, ahora lo sé. Me quemé un dedo.

Mi madre me mandó subir a casa de una vecina de esas que hace décadas se sentían como hermanas y con las que se podía contar para todo. La vecina que tenía en su haber la pomada mágica para quemaduras de niñas trasto vivía en el sexto, yo en el tercero. Por este motivo, recibí una instrucción muy clara:

—Ni se te ocurra coger el ascensor, que eres muy pequeña.

¿Y qué hice yo? Lo cogí, claro. Porque es lo que se hace cuando te prohíben algo y crees sabértelas todas y, además, traes de serie un patológico coqueteo con la libertad, que no tiene edad.

Sabiendo que estaba haciendo algo que no debía, cogí el ascensor. Esperé desde dentro a que acabara de volverse la puerta y se encajara. Fijé la mirada en el número 3 pintado en negro y, tras dudar un mísero instante, presioné el botón que me llevaría al piso 6, a casa de Mariluz. Yo sola, como una mayor.

El ascensor se puso en marcha. Mi concentración era máxima siguiendo los números desde que aparecían hasta que se los comía la ranura entre el ascensor y la puerta: 4…, 5…, 6… ¡Espera! ¿7? ¿Le he dado mal? ¿Me he subido al último? ¿9?, ¿11?, ¿12?… ¡¿23?!…, ¿¡27!?…, ¡¿36?!… ¡¿54?!… Ay, mamá. ¡Mamá! ¿Por qué no paraaaaa?

—¡¡¡Mamá!!! —mi grito, ahogado por la angustia, quedó para mí.

El ascensor paró. En la puerta, el número… 6.

Con cautela, apoyé las dos manos para empujarla. Sentí el dolor de la quemadura contra la puerta y levanté el dedo. Dando por hecho que no resultaría tan fácil, pensé que era mejor idea hacer fuerza con la espalda. Así que me dejé vencer sobre la puerta… y se abrió. Salí del ascensor y corrí a sentarme en la escalera. El corazón, a mil por hora…

⏩️43 years later…

Esta tarde la fantasía ha vuelto a mi vida en modo revival.

Venía de pasear con Baloo. He cogido el ascensor y he pulsado el 5 en la botonera metálica. He fijado la vista en la pantalla y comenzado a seguir el ascenso por las lucecitas rojas que van conformando los números.

Al llegar al quinto, la puerta, como si estuviera sellada, no se abría. A ver…, me he escuchado decir. El perro movía la cola tan contento, porque había visita en casa y él está siempre a tope con la vida en compañía. Tras unos segundos, he empezado a impacientarme y a ponerme un pelín nerviosa.

(☝🏼Momento de tener en cuenta que:

  • Quedarse colgada siempre genera un pelín de ansiedad.
  • Me había llevado las llaves de mi hija y la había dejado cerrada con doble vuelta al salir.
  • En el descansillo de la escalera, al otro lado de la puerta, estaba una amiga de mi hija haciendo un vis a vis ciertamente opaco, mientras llegaba la madre a derribar la frontera comunicativa con la llave mágica).

Por dónde iba…

Sí. Estoy en el quinto, la puerta del ascensor no se abre, el perro está a tope de entusiasmo y yo me acuerdo de mi vivencia infantil al más puro estilo Carlitos de Cuéntame.

De pronto, el número de la pantalla cambia: 4…, 3… (me están bajando, pienso), 2…, 1…, 0… (estoy impaciente), -1. El ascensor para. Baloo, expectante tanto o más que yo.

Se abre la puerta… No hay nadie.

Dudo de si salir andando por el garaje, no vaya a ser que el ascensor me trasporte a 1979, por hacer la gracia. Pero pienso en mi rodilla rota y en que vivo en el quinto, y se me pone en primera línea la gallarda que llevo dentro. Así que pulso el 5. Otra vez. Clavo la mirada en la pantalla y sigo los números como si fueran las votaciones de Eurovisión.

Hemos llegado. Se abre la puerta y me recibe la amiga de mi hija felicitándome el año nuevo. Baloo es el ser más feliz de la tierra porque tenemos visita. Saco la llave y libero a mi Rapunzel:

—No me puedo creer lo que me ha pasado —digo mientras las chicas torean el tradicional pase de hospitalidad de nuestro Baloo.

Ay, mami… Me volvía un ratito a 1979 y me quedaba a verte planchar, tan a gustito ❣️

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