Tampoco es que lo tenga yo muy claro, pero en ocasiones es la única manera de que le dejen a una tranquila con sus cosillas. Es necesario dar tantas explicaciones, a veces… Pero si es que cuando una no quiere contar, se nota, ¿no?
Conseguir una confesión no siempre depende de la insistencia de quien interroga, tampoco necesariamente del momento. Simplemente, todo el mundo tiene cosillas que se guarda. Yo tengo la tira de ellas y me encanta que sean solo mías. Y no creo que con ello dañe la confianza de nadie. Menudo rollo lo de “no tener secretos entre nosotros”. ¡Venga ya!
Yo tengo secretos a puñados. Secretos que no van a ningún lado; secretillos, cosillas de una, ires y venires que prefiero no detallar. Ya sé yo mis cosas.
Suerte que cuando aplico este latiguillo, recibo siempre una sonrisa. Una sonrisa que me satisface y me reconforta porque implica la rendición y el respeto. Se asume el secreto del sumario y yo me siento tan independiente como si lo fuera.