25 años después (1998-2023)
Hace unos días, en un momento de ajetreo guasapero con mi amigo Miguel, para ultimar detalles sobre la adaptación teatral de Brujas bailando el tango, de pronto caí en algo: este mismo mes de marzo, se están cumpliendo los 25 años del día en el que tecleé la palabra FIN del primer manuscrito de mi primera novela larga: fue un día, no recuerdo cuál, de marzo de 1998.

Lo del aniversario me pareció mágico, redondo. Y eso que aún no me podía imaginar que el mismo día del estreno de la obra asistiríamos con la boca abierta y la mano en el pecho, a otros brillos de emoción absolutamente fuera de previsión.
El origen de todo
Es impresionante ver lleno el patio de butacas del teatro del Centro Cívico de Zabalgana de Vitoria-Gasteiz, por el mero hecho de que hace veinticinco años me sentara a escribir sobre el teclado de un Mac pequeño y cabezón de entonces, una historia con la que visibilizar el amor homosexual de una forma que resultara natural, sin artificios, de manera fluida; del mismo modo que ocurre con los amores heterosexuales. Quise escribir una novela romántica que no permitiera escapar a los lectores y lectoras de la cómoda sensación de que lo que ocurría entre mis páginas encajaba sin estridencias, que no cambiaba demasiado la cosa porque fueran dos mujeres las protagonistas de mi narración.
Todo a favor
Dos décadas y pico después, me pareció impresionante que mi novela provocara en alguien las ganas de meterse en el tremendo lío de llevarla al teatro, con todo el trabajo que ello supone. Esa persona que un día me llamó para contarme su idea es un valiente, un currante y un apasionado de todo lo que se propone. Es Miguel Mateo y ha hecho de Mentes Escénicas la herramienta para levantar sobre un libro de 300 páginas una actuación que, bajo su dirección, ha entretenido y emocionado a las 290 personas que abarrotaban el teatro, dentro de la edición 2023 del programa cultural Auzo Eszena del Ayuntamiento.
Todo a favor: una bonita historia, un cuadro actoral entregado y comprometido, juegos de luces, música, parejas bailando tango y la complicidad que emanaba del público. Estaban allí un montón de personas queridas (presencialmente o con el pensamiento), gente importante sin cuyo arrope no te sientes igual. Gracias a todas.
Se hizo la magia
Estaba en el patio de butacas y mi novela cobraba vida sin que yo hiciera otra cosa más que prestar atención y dejar que las cosas pasaran, sin tener que tomar ninguna decisión. No por eso estaba tranquila. Tenía mi tensión puesta en que saliera todo genial y así ha sido. Saludos, aplausos, más aplausos… ¡Gran actuación!

Me han venido a recoger para subir a saludar junto al elenco, y el director ha puesto en mis brazos este precioso ramo de flores en agradecimiento a mi novela y a lo que ha dado de sí, recogida por Mentes Escénicas, a lo largo de tantos meses. Menudo abrazo nos hemos dado, director y autora, compartiendo complicidad (como tantas veces), amistad, pasión por lo que hacemos, y la sensación mutua de agradecimiento profundo. Este es uno de los regalos más bonitos que me han hecho en mi vida. No tengo palabras. He sabido desde el primer momento que este post resultaría pobre para transmitir todo lo que estoy sintiendo.
Y aún hay más
Estoy bloqueada con lo que ha pasado en el escenario justo cuando ya habíamos saludado, repartido flores y saludado otra vez.
¿Que qué ha pasado? Pues que el director se ha hecho un “espérate que esto no se ha terminado aquí” y, a continuación un “ya sé que es domingo y es tarde, pero, mirad, que son dos minutos”… Y ha resultado tan convincente que de allí no se ha movido nadie. Miguel ha tomado posesión de un micrófono de mano y —con ese arte que le suda cuando se pone espontáneo— ha conectado la emoción de lo que en escena ya no podría ser, con la ilusión de lo que en la vida estaba a punto de pasar: se ha bajado al patio de butacas (con Isabel Gemio al pinganillo, se ve) y ha hecho levantarse a su chico del asiento, para pedirle que lo acompañara al escenario donde estábamos el resto viéndolas venir y en la razonable tensión que se siente ante estos seres que, como Miguel, se pueden sacar de la chistera cualquier cosa, porque la llevan siempre con el acelerador de ideas en on.
Ay, ay, ay… Que lo va a hacer… Que lo ha hecho. Le ha pedido matrimonio ante trescientas personas y el novio no ha hecho ni ademán de localizar las puertas de salida, porque quería decir sí y ha dicho sí. Cierre con beso, por supuesto. ¿A quién le amarga un Disney? 🙂
Procesando…
Es ya lunes, pero yo sigo en schock desde que ha terminado la representación de esta tarde de domingo. Voy poco a poco procesando todo lo que he vivido y tengo una bola apretada en la boca del estómago que me ha dejado sin cenar, sin llorar y con muchas ganas de poder hacerlo en algún momento.
Cuando yo escribí Brujas bailando el tango, las parejas homosexuales no se podían casar. Hoy, 25 años después, trescientas personas van al teatro a que les cuenten una historia de amor imposible entre dos mujeres, y es en ese mismo escenario donde otra pareja nos permite participar de sus ganas de contarle al mundo todo lo que se quieren y hacerlo casándose. Pienso que es una fantasía que mi novela haya sido la alfombra roja de esta pedida de mano que ni los novios ni yo, ni muchas de las personas presentes en el teatro olvidaremos nunca.
Tengo una sensación bonita en mi alma a reventar de emociones. Porque Brujas bailando el tango fue escrita, porque un amigo gay me dijo un día que estaba harto de no poderse identificar con los protagonistas heterosexuales de las novelas románticas que caían en sus manos en los años 90 en Vitoria-Gasteiz. Pienso en aquel impulso juvenil que me comprometió con la visibilización de las parejas homosexuales a través de la literatura. Pienso ahora en el momento presente que vivimos y me siento reconfortada; aunque siga habiendo cosas por hacer, para lograr la normalización completa de esta realidad en todas las sociedades de todos los lugares del mundo.
Ahora sí. Tal vez por agotamiento o porque son horas altas ya de la madrugada, estoy sintiendo desplazarse a la garganta la presión que sentía en el estómago. Escribir es mágico para deshacer los nudos de las emociones y permitir que se coloquen en posición de salida. Siento húmeda la mirada y se me han escapado ya un par de goterones sobre el teclado… Ay… Qué de sensaciones removiéndose dentro de mí… ¡Quién me iba a decir la cantidad de cosas buenas que me regalaría Brujas bailando el tango en estos 25 años!
ELENCO
Actrices y actores:
- Nico – Amaia Moyano
- Dusman – Rakel Tato
- Amaya – Aída Gil
- Madre – María Luisa Iglesias
- Fermando – Miguel Mateo
- Flavio: Lucas Matías Pereira
Realización: Carlos Montes
Montaje y Dirección: Miguel Mateo
Bailarinas y bailarín:
- Fefa González
- Zorione Erezuma
- Hegoa Ibazeta
- Devorah De Miguel
- Isabel María Ruano
- Lucas Matías Pereira
Enhorabuena, querida. Naciste para escribir. Escribe.
Abrazo grande y a por todo lo bueno que está por llegar.
Querida Ana, muchas gracias. Seguimos ambas. Yo, sin perderte de vista, desde luego