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Gestiones imposibles

Intento hacer un ingreso en caja en Kutxabank. Recuerdo de otras veces la irritante respuesta de «Para esto tienes que ir a tu oficina, aquí no te lo podemos hacer», y volverme a casa con el recado pendiente. Para evitarlo, me voy directa a mi sucursal, pero… ¡oh! Ya no tiene servicio de caja.

Me voy a la central. Tampoco puedo hacer la gestión allí. Son las 11:57 y esta osadía de hacer un ingreso sólo es posible hasta las doce del mediodía; a partir de esa hora, únicamente si eres una persona mayor.

Pienso que podría esperar, porque he llegado antes de las doce, pero hay unas diez personas haciendo cola de pie y mi rodilla no admite una espera tan larga. Por cierto, la última persona de la fila es una mujer con muletas y está de pie también. Lo más normal del mundo esto. En su día, hubo una máquina dispensadora de turnos de la que alguna cabecita brillante decidió prescindir. Personas mayores y/o con discapacidad: estamos encantadas, ¿a que sí?

Esto fue ayer. Hoy, buscando emociones fuertes, me voy al supermercado BM de mi barrio a cambiar un producto. Hago cola en la caja (sí, todo el día sufriendo las colas; el dolor es invisible) y cuando me toca: «Esto yo no te lo puedo hacer. Llamo a mi compañera». Vale. Me voy a otra caja y espero. Otra vez. Llega la compañera habilitada para el trámite: «Ay… pero es que esto lo compraste en otro BM… Aquí no te lo puedo hacer». ¡¡Pero vamos a ver!!

Efectivamente, lo compré ayer en el BM del centro de la ciudad, porque tuve que ir a las oficinas centrales de Kutxabank a intentar hacer un ingreso (antes de las doce de la mañana y padeciendo en la cola) y ya pues… ir al BM del barrio (que me hubiera pillado de paso después del ingreso fallido en mi sucursal de Kutxabank), no procedía; por operativa de gestión de mi tiempo, vaya.

En el BM donde, por lo visto, atenté contra el orden de las cosas pretendiendo hacer un cambio de producto en otro local de la misma cadena de supermercados, se excusan diciendo que es cosa de Hacienda y del TicketBAI.

En serio: ¿cómo puede ser que cada vez sea más complicado hacer gestiones sencillas de la vida cotidiana presencialmente, entre seres humanos? Porque es que resulta que hay cositas todavía (y menos mal) que no se pueden hacer on line y, en la medida de lo posible, estaría genial que nos facilitáramos la vida; también por no enrarecer el ambiente más de lo que ya está en los tiempos que corren.

Respecto a lo que sí se puede hacer on line, me queman las teclas bajo los dedos si no insisto en que lo estamos haciendo fatal: tiene que haber un plan B (factible) para quienes no saben, no pueden o no quieren llevar de esta forma sus gestiones. Y puestos a pedir, si lo de hacer cola para todo ha venido para quedarse, tengamos presente que hay muchas sillas, banquetas y bancos correderos que se quitaron con la pandemia, que no se han vuelto a poner donde estaban. Y estaban por algo o, más bien, para alguien. Somos muchas las personas que, mayores o no, no estamos en disposición de sostener con nuestra dolorosa resistencia, la tiranía del despropósito en el que se ha convertido la atención al cliente.

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