¡Qué liberador, Baloo, verte correr detrás de tu pelota! Excitado como un cachorro., veloz como si de ello dependiera el próximo lanzamiento.
¡Qué sonrisa se me ha dibujado en la cara contemplando la fuerza de tus patas, tu musculatura entregada a la carrera, tu pelazo brillante acompañando el alarde de tu galope!
He sentido que era yo quien corría así, quien tenía un objetivo claro y redondo, y me entregaba a él bajo este sol de invierno confuso y primavera colándose en la fiesta.
Cuando tú corres, yo me desahogo… (me adapto tu frase, querida Raquel) y siento esas ganas de reír que regalan las pausas en una competición reñida con amigos y amigas.
Mi perrete lindo, ¡qué momentos me regalas tan sencillos, tan buenos! ¡Qué bien me siento cuando corremos! Gracias🤎

«Y ya vale». Te sientas, jadeas, me miras… y esperas que no vaya en serio. Cogemos aire los dos. Y seguimos caminando.