Nunca he celebrado el Día de la Madre. Me ha parecido siempre una limosna irritante que nos fuerza la emoción y la sonrisa ante nuestros hijos e hijas, ante la complacencia generalizada por veinticuatro horas de homenaje que ponen el contador a cero, para que todo vuelva a empezar: la madre entregada, la madre generosa, la madre vigilante, la madre en vela, la madre refugio, la madre tirita, la madre omnisciente… La madre sola ante el peligro, la madre que lleva cuenta de todas y cada una de sus faltas, tropiezos, equivocaciones; la madre suspendida por el espejo que le muestra aquella madre que soñó ser y se le escapa, la madre que lamenta tanto no ser la mejor para sus hijas, para sus hijos; la madre que no se siente digna del privilegio de dar vida, por todas las veces que no sabe cómo acompañar esa llama que prendió un día para cambiarlo todo.
Por todo esto -y en coherencia- he ignorado siempre el Día de la Madre.
Pero este año, mientras desayunaba, he visto esta publicación:

Oh 🖤. “Contigo, mamá”. Quiero seguir tomándome cafés contigo… y no puedo. Me descubro inmensamente agradecida a mi amiga Miryam Artola por esta bonita creación y siento unas ganas irresistibles de felicitar a mi madre. Sí. En el Día de la Madre: felicidades, mamá, y muchas gracias 💞
Unas horas después, ante mis ojos, otra joya; esta, de Alfonso Casas.


Oh 🖤. Oh 🖤. Tus manos, mamá… En el Día de la Madre, felicidades y muchas gracias 💞
Mi gratitud hacia este otro de mis ilustradores favoritos es igualmente profunda. Mi corazón desborda emoción, apretado de amor y terrible ausencia en la boca del estómago.
Me pregunto si he hecho mal durante todos estos años, verborreando a mis hijas la parrafada con la que empezaba este post; no permitiendo ser felicitada, reconocida, agasajada, puesta en valor por lo mucho o lo poco que soy capaz de ofrecerles en sus caminos.
Me ha puesto triste pensar en los maternales primeros domingos de mayo negados a mis niñas y, sí, lamento en el alma mi cerrazón, mi terquedad y la seguridad en mi planteamiento obsesivamente contracorriente. Por fin lo entiendo y lo siento. Muchísimo. Porque en mi primer mes de mayo sin ti, mamá, estoy sintiendo la impotencia feroz de no poder celebrar la cercanía de la madre.
Feliz Día de dejarse abrazar, de compartir un café y agarrarnos con ternura y complicidad las manos. Feliz Día de la Madre. Hoy y cada día que podamos compartir 🌹🌹🌹🌹