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El oso, el ratón y la mariposa

Últimamente no entiendo. No entiendo el mundo, no entiendo a las personas, no entiendo los códigos universales ni los lenguajes y no me entiendo a mí.

No son buenos tiempos y me cuestan más que nunca las luces de la Navidad.

Hace unos días tuve un sueño… Sucedía en un pabellón y había, entre otras cosas que se me fueron borrando de la escena con el pasar de las horas, varios animales. Al despertar, solo recordaba tres: una mariposa, un cachorro de oso de color gris y un ratoncito que alguien dejaba con mucho cuidado en la entrada del pabellón, indicando (a no sé bien quien) que era para mí.

Yo era consciente de que eso estaba pasando y de que en pocos minutos llegaría al pabellón y recogería mi ratoncito. Lo veo olisqueando el suelo, orientándose, y veo la mirada del oso sobre él. Mientras, la mariposa lo provoca y yo tengo la sensación de que quiere jugar; pero cuando el ratoncito parece confiar y aceptar la invitación, la mariposa lo ignora y se aleja, hasta perderse de vista al fondo del pabellón.

Queda poco para que yo llegue y, entonces, soy consciente de que mi ratoncito corre peligro con el oso. Es en ese mismo momento, cuando el ratoncito tiene la certeza de que no tiene escapatoria; pero, aun así, corre, intenta huir. Yo asisto a la persecución absurda en la que un oso no alcanza a un ratón en un espacio cerrado y sufro. Grito.

Me despierta mi grito que, creo, no ha sonado en la vida real con el desgarro con el que mi angustia lo ha incorporado al sueño. Inmediatamente, vuelvo al pabellón: tengo que llegar a tiempo de detener al oso.

Cuando al fin estoy frente a la puerta y agarro la manilla para abrirla y entrar, se desdibuja todo y, como la carroza de Cenicienta, desaparece. Sigo dormida, porque vuelvo a gritar y ese es el grito que me despierta definitivamente. Estoy angustiada y me digo que no hay oso depredador ni ratón indefenso y que lo vivido ha sido un sueño.

Me levanto, subo las persianas, todavía es de noche y con el rabillo del ojo, siento una presencia a mi lado. Giro la cabeza y ya no está la mariposa.

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