Nos han pasado muchas cosas durante todo el tiempo que llevo echándote de menos. Buenas y malas; aunque, últimamente, la mayoría malas o muy malas. No te he contado nada de lo mío, quizá en la próxima charlemos largo y tendido, y te explique cómo salí de algunas y cómo de otras no.
Durante todo el tiempo que llevo echándote de menos, cada abrazo que te he dado me ha llenado el corazón de nostalgia y los silencios han dejado de sentirse incómodos entre nosotras.
Sigues siendo la más guapa. Ahora que ya no sonríes, que te quedas callada, que no puedo apenas verte los ojos, la fuerza de tus manos buscando las mías lo deja dicho todo.
Ahora que es ya tan tarde, en la boca del estómago y en mi garganta, siento el acoso de cada minuto que pasa. No nos queda tiempo para lo que dejamos pendiente. Se siente en el aire el quejido de cada granito de arena al pasar por el cuello del reloj. En esta noche que se intuye larga, mis ojos velan, mis dedos narran, mi alma llora y mi latido busca su sentido en el tuyo.