Me detengo en una fotografía que no me canso de mirar. Tengo dos hijas preciosas que ahora son adolescentes, pero la imagen me lleva a aquel día de verano en aquella playa, en la que posaron para un fotógrafo argentino que proponía reportajes a las familias, para ganarse la vida. Desde entonces está esa foto en nuestra casa.
En esa imagen no crecen; están de vacaciones, contentas, aunque no entiendan bien por qué les hace fotos ese señor. Se sienten seguras y no necesitan más que a su padre y a su madre, porque ellos saben lo que hay que hacer.
Han pasado unos cuantos años y esta noche, ante una madre agotada y un poco triste, se han puesto a bailar los temas de Team beach movie, aquella película que vieron montones de veces cuando eran más pequeñas y de la que se aprendieron todas las coreografías. Tengo unas hijas preciosas que, además, bailan y cantan fenomenal, y da gusto escucharlas con ese inglés fino que han ido puliendo con los años. Las he mirado complacida, sonriente, disfrutándolas.
A continuación, cambio total de registro: All too well, de Taylor Swift. Desde la butaca sobre la que he dejado caer lo que quedaba de mí tras otro día demasiado largo, he echado terriblemente de menos a la madre de las niñas de la playa, que creía que sabía cómo cuidarlas, acompañarlas en la vida y protegerlas para que no les pasara nada.
Hoy, hace un rato, mis chicas bonitas cantaban entregadas una canción que cuenta una historia de amor que resultó no serlo. Y, entonces, al contemplarlas y escuchar su empático canto con sus bonitas voces y ese inglés fino que han ido puliendo con los años, he sentido miedo. Miedo de que las alegres canciones y coreografías de Team beach movie se les hayan quedado pequeñas, quizá como el recuerdo de aquel señor argentino que las fotografió en la playa.
—¿Qué te pasa, mami? —Silencio durante dos segundos.
—Por favor… ¿No podríais ser siempre felices? Son tan mayores ya, que saben que para esa pregunta solo cabe una respuesta: un abrazo apretado y el suave y cálido roce de sus caras contra la mía.