Las horas de la noche no pasan. La oscuridad se cuela también dentro del alma y un soplo frío destempla la tímida confianza.
La oscuridad se cuela dentro del alma y la ausencia corre al abrazo de la pena. Crujen la raíz más gruesa y la rama sobre la que se balancean las ilusiones a las que la luz del día dará la espalda.
Al llegar la noche, dentro del alma, la desazón se crece secuestrando la crisálida que protegía los sueños del miedo y de la tiniebla certificada.
Dentro del alma, la oscuridad se cuela y ciega las rendijas por las que intenta un rescate la luz de la luna. Un fantasma tira de la sábana y expone el cuerpo agazapado al azote del llanto desconsolado.
La oscuridad se cuela dentro del alma y una lluvia de piedrecitas malogra los brotes de la esperanza.