Portada » Quiero ser anacoreta

Quiero ser anacoreta

Hace décadas, el día que fui consciente de que nacer niña —desde mi punto de vista— llevaba consigo un lote pesado y poco atractivo, quise ser un niño. Lo intenté. Por aquellos tiempos rezaba mucho y con una fe que siempre creí que me ayudaría, en un momento dado, a mover un pedrusco de sitio; quizá de mayor sería capaz de hacerlo con la montaña. Criatura.

Estoy segura de que Dios me escuchó, pero no me concedió el capricho (entendería él) de levantarme un día cualquiera siendo varón. Y menos mal, porque me hubiera revuelto mucho en un cuerpo de hombre y ahora entiendo que aquella no era una petición seria; pero tengo claro que aquello fue un brote de algo que desarrollaría años más tarde: el inconformismo con lo que me hace sufrir.

Llevo tantos años mujereando, que una se acostumbra a vivir con ello, pura supervivencia. También me he acostumbrado a hacerle un hueco en mi existencia a este dolor que me martillea la rodilla; eso también se puede. Pero en convivencia con la costumbre, lo de sufrir, sea cual sea el motivo, siempre genera un as bajo la manga que te permite soñar con escapar…

En ese plan de fuga hay niveles de compromiso y daños colaterales que deben ser concienzudamente valorados. Últimamente estoy ahí, haciendo listas de pros y contras, tomando aire y soltándolo en diez tiempos, a ver si consigo templar a la fiera enjaulada que no deja de ir y venir por los tres metros y medio de mi intestino delgado.

Con permiso de todas y cada una de las personas que en este mundo cruel sufren con mayúsculas, diré que siendo mujer, blanca, heterosexual, de clase media, en un país desarrollado, mi vida está patas arriba y me quiero marchar. Quiero buscarme un refugio y hacerme anacoreta. Quiero vivir sola, regodearme en el silencio, alimentarme de frutos y vegetales sin aliñar y dedicarme a la contemplación, la meditación, el cultivo de la templanza, la penitencia (venga, vale), y a leer y escribir todos los días (todos) sin que nada ni nadie me interrumpa. Con que alguien me deje cada equis tiempo una pila de libros, cuadernos y algo para escribir junto al pedrusco ese que mi fe nunca consiguió mover ni un triste poco, me conformo. Ah, que eso no se puede. Que las personas anacoretas no quieren saber nada de Amazon ni de entregas provenientes del consumo desbocado que devasta la Madre Tierra. En ese caso, no sé… Voy a darle otra vuelta, porque pensar en vivir sin libros ni papel y pluma podría echar abajo mis anhelos de desaparición. Fantaseo con llegar a la conclusión de que no era para tanto y en ese punto: ¡Hala!, ¡a seguir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos
Responsable Macarena Domaica Goñi +info...
Finalidad Gestionar y moderar tus comentarios. +info...
Legitimación Consentimiento del interesado. +info...
Destinatarios Automattic Inc., EEUU para filtrar el spam. +info...
Derechos Acceder, rectificar y suprimir los datos, así como otros derechos. +info...
Información adicional Puedes consultar la información adicional y detallada sobre protección de datos en nuestra página de política de privacidad.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Volver arriba